EDITORIAL Y CARTA AL DIRECTOR
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ORACIONES SUBORDINADAS SUSTANTIVAS
CARACTERÍSTICAS DE LAS ORACIONES
SUBORDINADAS SUSTANTIVAS
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Las oraciones subordinadas sustantivas
equivalen a un sustantivo o sintagma nominal, por lo que desempeñan las mismas
funciones que éste (sujeto, atributo, CD, término de un sintagma preposicional).
1. Van introducidas por un nexo o un
infinitivo.
2. Son conmutables por un sustantivo.
Pero como no siempre es posible la sustitución, se recomienda conmutarlas por
un pronombre demostrativo neutro: ESTO, ESO, AQUELLO.
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PUEDEN IR INTRODUCIDAS POR...
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EJEMPLOS...
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OBSERVACIONES
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1. Las formas interrogativas además de
nexo, desempeñan una función sintáctica dentro de la proposición sustantiva:
PASO 1:
No sé [qué pretendes].
No sé [ESTO] = no lo sé (Oración subordinada sustantiva CD)
PASO 2:
[qué pretendes] = (Tú) pretendes esto
[qué= ESTO= CD].
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2. En las oraciones en las que el nexo
o infinitivo va precedido de preposición, ésta forma parte de la subordinada
sólo si entra dentro de la secuencia conmutada por el pronombre demostrativo
neutro:
Estoy cansada de [repetir siempre lo mismo] = Estoy cansada de ESTO.
Dime [a quién estás esperando] = Dime ESTO.
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En la Europa occidental entran en crisis los valores de la sociedad burguesa decimonónica. Por una parte se quiebra la fe en el progreso al comprobar los desequilibrios sociales, por ejemplo en el hacinamiento del proletariado industrial en zonas urbanas o el urbanismo descontrolado. Surgen conflictos entre el poder establecido y movimientos marxistas o anarquistas. Por otra, se cuestionan los principios filosóficos, morales y religiosos por la sensación de que el mundo es un caos regido por una voluntad ciega que deja indefenso al ser humano. Se desarrollan corrientes de pensamiento como el existencialismo o el irracionalismo de Nietzsche.
En España, además, esta crisis se ve agudizada por diversos motivos. Uno es el agotamiento de la Monarquía parlamentaria fruto de la Restauración con su sistema de alternancia en el poder entre conservadores y liberales. A eso se suma la denuncia de la oligarquía y el caciquismo como formas corruptas de gobierno por parte de los Regeneracionistas de Joaquín Costa. Por último, y a raíz del Desastre del 98 (pérdida de colonias tras una absurda guerra con los Estados Unidos), los intelectuales plantean el problema del atraso económico, cultural y social de España, aunque con escaso eco popular.
Contexto artístico
Ante esta conciencia de crisis, los artistas en general adoptan algunos rasgos comunes, entre los que sobresalen la misma actitud de insatisfacción ante la realidad y una misma actitud ante el arte literario: rechazo del prosaísmo y renovación del lenguaje de tendencia simbolista.
Los jóvenes artistas de toda Europa se rebelan contra los valores que han sustentado esta situación, como el positivismo o el utilitarismo, los valores más representativos de la burguesía; así como contra el arte que lo había reflejado, el Realismo. Frente a estos valores tan materialistas y a esta estética tan ramplona, se buscan otros caminos en una actitud de rebeldía de clara raíz romántica, que se caracteriza por su exaltación del irracionalismo o del esoterismo; la preferencia por formas de vida antisocial: la vida bohemia, las drogas, el alcohol, etc.; y la defensa de la creación artística como una actividad despreocupada y sin sentido utilitario, que persigue la belleza en sí misma.
En este contexto surgen o se desarrollan una serie de movimientos artísticos que conectan con esta actitud de rechazo y que influirán de una u otra manera en la literatura española de principios de siglo:
a) Parnasianismo: Los parnasianos buscarán por encima de todas las cosas la perfección formal de la obra literaria. Representa un intento de alejarse de la realidad de su época por medio de la creación de otra realidad artificial en la que sólo importa la belleza. El esteticismo y el deseo de evasión o escapismo serán las notas distintivas del Parnasianismo. Los parnasianos seleccionan y describe obras de arte, objetos, personajes o escenas históricas... por su belleza externa sin entrar en la intimidad. Se trata del «arte por el arte».
b) El Decadentismo, que exalta lo que hay en la sociedad de perverso e irracional de manera que el artista adopta una aristocrática actitud de desdén al mismo tiempo que bucea en los placeres socialmente prohibidos como la sexualidad depravada o las drogas.
c) El Simbolismo, la corriente literaria más importante. Para los simbolistas las palabras encierran una serie de connotaciones y sugerencias que van más allá de su significado lógico. Estas resonancias permiten establecer asociaciones irracionales (esto es, correspondencias) entre los distintos campos de la realidad. El poema no vale por lo que dice sino por lo que sugiere. Los simbolistas también reaccionan contra un arte que se limita a representar la realidad. Ellos se proponen ir más allá de lo que se puede percibir por los sentidos. La misión del artista será la de descubrir esas “otras realidades” que existen tras la realidad aparente y luchar con el lenguaje para intentar sugerirlas al lector.
d) El Impresionismo: en este caso se trata de una técnica pictórica que consiste en la eliminación de las líneas, en sustentar la pintura en manchas de colores y en la influencia de la luz. Estas manchas, al tomar distancia, van conformando una imagen (es decir, producen una determinada impresión) en el ojo del que mira la pintura. Del impresionismo la literatura toma la tendencia a no ofrecer un retrato completo y detallado de la realidad sino a presentar elementos inconexos con los que la mente del lector conforma una imagen o una escena.
El panorama literario español
En España todos estos nuevos caminos artísticos penetran por una doble vía: por la influencia de escritores hispanoamericanos, especialmente Rubén Darío; y por los contactos con artistas parisinos. En el mundo hispánico este nuevo impulso recibe el nombre general de Modernismo. En él confluyen corrientes de pensamiento como el Regeneracionismo junto a movimientos artísticos como el simbolismo o el parnasianismo.
Algunos críticos presentan al Modernismo como una corriente exclusivamente artística que incorpora innovaciones métricas y temáticas; en todo caso aparte de la llamada Generación del 98, que se presenta como un movimiento genuinamente español, caracterizado por su preocupación por cuestiones filosóficas y sociales. Pero otros críticos, quizá con más acierto, ven en el Modernismo un concepto de época que designa a la cultura que se crea en los últimos años del siglo XIX y en los primeros del XX. Su renovación no es solo formal, también es ideológica, por lo que tanto el Regeneracionismo como la llamada Generación del 98 serían las variantes españolas de ese amplio movimiento que se produce en toda Europa hacia la libertad y la belleza.
El modernismo
Orígenes
En sus orígenes el término modernista fue usado para llamar despectivamente a los jóvenes artistas que con su actitud rebelde y su tipo de vida bohemio se mostraban inconformistas con el tipo de vida burgués (al que, por cierto, pertenecían). Con el tiempo el término Modernismo se empleará para designar un movimiento de renovación estética y del lenguaje poético que busca la belleza absoluta y la perfección de las formas. El modernismo literario surge en Latinoamérica hacia 1880, encabezado por el cubano José Martí y el nicaragüense Rubén Darío, como réplica de América Latina a la tradición literaria española: es una afirmación de sus raíces americanas. Será Darío, con sus viajes, el que introduzca el modernismo en España. Sin embargo, en España el modernismo fue menos brillante, exótico y atrevido que en América. Su gusto por lo sensual y por lo sensitivo dio lugar a una corriente más intimista e introspectiva.
Como principales autores modernistas españoles podemos citar a Salvador Rueda, uno de los precursores, Francisco Villaespesa, los hermanos Machado, Emilio Carrere, Rafael Cansinos Assens, Ramón del Valle-Inclán y el joven Juan Ramón Jiménez.
Características
El movimiento modernista supone el rechazo de la realidad cotidiana e inmediata. Ante esta situación, el escritor tiene dos alternativas: crear un mundo imaginario o buscar una respuesta en su interior. La primera opción da lugar al modernismo más externo, visual, ornamental y exótico; la segunda, al modernismo más intimista.
El modernismo exótico sitúa la acción en espacios irreales y puebla los poemas de hadas, ninfas, centauros, caballeros y princesas. Los modernistas se sienten atraídos por lo raro, lo extravagante y lo novedoso; y en general por todo aquello que pueda aportar preciosismo y sensualidad: la India de las mil y una noches, los imperios asiáticos, la cultura y mitología griega, la historia antigua, el mundo caballeresco…
El modernismo intimista es la respuesta del poeta a su melancolía, sus preocupaciones internas y su angustia, que, en ocasiones, es casi existencial. El pesimismo, el desencanto y la fala de una creencia religiosa firme afloran en numerosos poemas. Es la expresión de un descontento ante la vida, un interés por la muerte, la soledad, la melancolía, la nocturnidad y el crepúsculo, etc.
Ambas vertientes del movimiento modernista comparten, en mayor o menor medida, algunos rasgos importantes.
En primer lugar, la influencia del parnasianismo y del simbolismo de los poetas franceses: Leconte de Lisle, Gautier (parnasianistas), Baudelaire, Verlaine, Mallarmé, Rimbaud (simbolistas). Ambas tendencias se complementaron uniendo la plasticidad y esteticismo de los parnasianos a la musicalidad sugerida y la vaguedad etérea de la poesía simbolista. De inspiración parnasiana es la idea de que el poema ha de ser solo belleza, no debe responder a ninguna idea moral, práctica o religiosa. El poeta se concibe como un “médium” capaz de trascender la realidad, de captar y expresar un mundo diferente a través de los símbolos, que condensan en una figura o palabra lo inefable. Entre los símbolos más usados por los modernistas destacan el color azul y el cisne. El azul representa lo celeste y el ensueño. El cisne es el poeta, la elegancia y el encanto mágico, la gracia y el misterio.
También se puede señalar una raíz romántica del movimiento modernista, especialmente en la corriente intimista. Hay un análogo malestar, semejante rechazo de una sociedad vulgar, parecida sensación de desarraigo, de soledad… Por encima de la razón, vuelven a colocarse lo irracional y las pasiones, lo misterioso, lo fantástico y los sueños. Sintomático de este talante romántico es la presencia de lo otoñal, de lo crepuscular, de la noche y de manifestaciones como el hastío, la tristeza, la melancolía y la angustia, y en general, de cualquier manifestación que revele su insatisfacción con el mundo en el que viven.
Como los románticos, los modernistas huyen del mundo para demostrar su desacuerdo con la realidad. Esa evasión se produce en el espacio y en el tiempo, hacia el pasado medieval, renacentista, dieciochesco. Sus ambientes externos predilectos son la Antigüedad clásica, el mundo medieval y legendario, el espacio oriental y el ambiente de París. A ello se añade el gusto por la mitología clásica. Este escapismo da cabida en los textos a dioses y ninfas, vizcondes, mandarines, princesas y odaliscas. Es un mundo poblado de castillos, pagodas, salones versallescos, jardines perfumados; cisnes y libélulas, camellos y elefantes, flores de lis y de loto, y en el que brillan el marfil, las piedras preciosas… Un mundo de belleza en el que refugiarse.
Además, es necesario mencionar la influencia en la estética modernista de diversas corrientes de pensamiento y de actitudes o “estilos” de vida: la bohemia, el anarquismo y el aristocratismo o dandismo. La actitud de los autores modernistas es bohemia y anarquista, pues no se ajusta al orden social establecido, en sus obras se exaltan los vicios como el alcohol o las drogas, las prostitutas, etc. y se critica y se hace gala de una actitud rebelde frente al orden social; y es aristocrática o dandista por su búsqueda de la belleza estética que lleva a los poetas a diferenciarse y elevarse, como los nobles, del común de los mortales.
Esto se relaciona con el amor por la elegancia, el buen gusto y el refinamiento, lo cual se refleja en la riqueza léxica: hay innumerables cultismos y helenismos, se recuperan voces poéticas tradicionales, arcaísmos, y se introducen neologismos; hay constantes menciones de obras de arte, de personajes ilustres, de lugares famosos, de términos musicales y pictóricos, así como de los metales y piedras preciosas…etc. Las palabras se seleccionan por su brillantez, su rareza y su capacidad de sugerencia.
En cuanto al estilo, hay que insistir en la profunda renovación llevada a cabo por los modernistas. Se amplían profundamente los recursos expresivos, en dos direcciones: por un lado, la brillantez y los grandes efectos, producto del exotismo y evasión de que hemos hablado; por otro, lo delicado y los tonos acordes con la expresión de la intimidad. Aparte de la riqueza léxica ya mencionada, los modernistas son los grandes maestros en la utilización de los recursos fónicos, de la musicalidad, los efectos sonoros y los ritmos marcados, del color y los efectos cromáticos, del olor y en general de todos los recursos sensoriales. Tales efectos se consiguen gracias a un prodigioso manejo del idioma, y sobre todo a la búsqueda de un lenguaje y un estilo propios. Gustan de la adjetivación ornamental y acuden, con gran virtuosismo, al uso de sinestesias, metáforas y símbolos. Atención especial merece la métrica. Los modernistas enriquecieron notablemente el repertorio de versos, estrofas y tipos de ritmo, adaptando al castellano formas métricas francesas, resucitando formas primitivas o ideando estrofas nuevas. Los versos preferidos son, el alejandrino, el dodecasílabo y el eneasílabo, versos muy poco usados hasta entonces.
Sin duda alguna, la poesía salió del Modernismo absolutamente renovada; y aunque más tarde se desechen tantas galas, el Modernismo quedará como ejemplo de inquietud artística y de libertad creadora.
Rubén Darío
Félix Rubén García Sarmiento, Rubén Darío, nació en Metapa, Nicaragua en 1867. Trabajó en la biblioteca nacional y pronto se trasladó a Chile. Se casó dos veces, tuvo una amante y varios hijos. Trabajó como periodista y como diplomático para su gobierno y eso le permitió viajar por España y Europa, lo que favoreció su contacto con los literatos europeos. Murió en León, Nicaragua, en 1916.
Rubén Darío es la figura más sobresaliente del modernismo y el que difundió el nuevo estilo americano por Europa. Su primera obra, Azul (1888) es la primera afirmación del modernismo literario. Consta de composiciones escritas en verso y en prosa, donde se ponen de manifiesto las directrices de la nueva estética: el exotismo, la elegancia, el sentimentalismo, el erotismo y la preocupación por el ritmo y la musicalidad. Aparece también la exaltación de los mitos autóctonos y un cierto rechazo hacia lo español. Esa línea elegante y refinada se consolida en Prosas profanas (1896), obra poblada de abates galantes, marquesas crueles, princesas y cisnes. Ambas obras representan lo mejor del modernismo exotista, y serán una clara influencia en poetas jóvenes españoles, como Juan Ramón Jiménez, que en obras primerizas como Arias tristes asimila los rasgos formales del movimiento modernista
En 1905 publica Cantos de vida y esperanza. Aquí la universalidad que había buscado se diluye y se centra en la esencia de lo español. De esta obra, impregnada de sinceridad, surgen las más profundas reflexiones acerca de las desilusiones de la vida y el retorno a la esperanza. Los tres ejes temáticos sobre los que se sustenta la obra son la evasión aristocrática de la realidad, la preocupación social y política y la inquietud personal; Darío reflexiona sobre la propia existencia, el tiempo, la muerte, la religión, el arte…, dando lugar a la corriente intimista. La influencia de esta obra es notable en poetas españoles como Juan Ramón Jiménez o Antonio Machado, uno de los mejores representantes del modernismo intimista español, y al que, pese a eso, no estudiaremos en este tema, pues se suele estudiar dentro de la generación del 98.
Modernistas españoles
MANUEL MACHADO (1874-1947), hijo de un importante folclorista sevillano y hermano del poeta Antonio Machado, estudió en la Institución Libre de Enseñanza y a finales de siglo vivió en París, donde conoció la poesía francesa y los ambientes bohemios. La influencia del Simbolismo, del Parnasianismo y de Rubén Darío es patente en sus poemas. Pero ese tono modernista típico (en el que no falta la pose decadente y cosmopolita o la propensión a la nostalgia y a la indolencia) se funde en sus versos con un andalucismo en el que se combinan el gusto por las formas populares del folclore andaluz (coplas, soleares, malagueñas…), una fina ironía un benevolente cinismo y cierta tendencia a caer en un pintoresquismo fácil, en el que abundan los gitanos, las fiestas, los toros, etc. Entre sus libros poéticos pueden mencionarse Alma. Museo. Los cantares (1907), El mal poema (1909), Cante hondo (1912), Ars moriendi (1922). Escribió además algunas obras teatrales en colaboración con su hermano Antonio.
FRANCISCO VILLAESPESA (1877-1936), almeriense, estudió en la Universidad de Granada y marchó luego a Madrid, donde fue uno de los principales animadores del movimiento modernista. Así, fue él quien llamó a la capital a Juan Ramón Jiménez para luchar por los nuevos ideales. Se aúnan en sus poemas rasgos típicamente románticos (gusto por lo macabro y por la expresión declamatoria) con motivos propios del Modernismo (estanques, cisnes, bosques; canto a la bohemia, al opio, al ajenjo, al amor, a lo amoral y transgresor, etc.). Dentro de su obra lírica se encuentran títulos como Flores de almendro (1899), El alto de los bohemios (1902), Tristiae rerum (1906), El patio de los arrayanes (1908), etc.
RAMÓN MARÍA DEL VALLE-INCLÁN (1866-1936), aunque más vinculado con el grupo de escritores del 98, incorpora, enriquece y, por último, supera las innovaciones modernistas. Su propia imagen bohemia y extravagante (largas barbas y levita) le dieron la mala fama de escritor modernista. Componen las obras modernistas de Valle-Inclán algunos relatos de horror y misterio, un ensayo sobre el simbolismo titulado La lámpara maravillosa y, especialmente, sus cuatro Sonatas (sobre todo, la primera: Sonata de otoño, 1902). Estas narraciones cuentan las andanzas amorosas de un ya maduro noble, el Marqués de Bradomín, en un escenario decadente; abundan todos los rasgos del estilo modernista (adjetivación sensorial, musicalidad en la prosa, decadentismo en la descripción de ambientes…).
Muy representativo de la estética modernista es este poema, perteneciente a Prosas profanas, en el que se condensa la sensualidad, el exotismo, los tópicos y los efectos rítmicos y sonoros de la nueva poesía.
La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro;
y en un vaso olvidada se desmaya una flor.
El jardín puebla el triunfo de los pavos-reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y, vestido de rojo, piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.
¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda1 o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz,
o en el rey de las Islas de las rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz2?
¡Ay! La pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar,
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.
Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur3.
Y están tristes las flores por la flor de la corte;
los jazmines de Oriente, los nelumbos4 del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.
¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real,
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.
¡Oh, quién fuera hipsipila5 que dejó la crisálida!
(La princesa está triste. La princesa está pálida.)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe
(La princesa está pálida. La princesa está triste.),
más brillante que el alba, más hermoso que abril!
“¡Calla, calla, princesa -dice el hada madrina-,
en caballo con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con su beso de amor!”
1. Golconda: Imperio de la India, famoso por sus minas de diamantes.
2. Ormuz: ciudad del Golfo Pérsico, importante para el comercio con la India, hoy en ruinas.
3. azur: color azul oscuro, que aquí se traslada de la heráldica a las aguas del lago.
4. nelumblos: plantas acuáticas de gran tamaño, con flores blancas o amarillas y hojas ovaladas.
5. hipsipila: mariposa que ha abandonado el estado de larva.
a) Analiza métricamente las dos primeras estrofas.
b) Busca ejemplos de metáforas, paralelismos, anáforas, personificaciones y aliteraciones.
c) Extrae del texto términos que expresen sensaciones cromáticas, luminosas y auditivas.
d) Busca en el texto referencias temporales y espaciales de carácter legendario y exótico, que reflejen el gusto modernista por esos temas.
e) Comenta qué motivos propios de la estética modernista contribuyen a crear un mundo irreal de belleza, lujo y ostentación.
f) Relaciona el estado de ánimo de la princesa, lo que quiere y no quiere, y el consuelo que le propone el hada madrina con la mentalidad modernista.
Este poema, titulado “Lo fatal”, cierra el libro Cantos de vida y esperanza. Nos ofrece un Rubén íntimo, despojado de los ropajes modernistas y preocupado por cuestiones vitales profundas.
Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...
a) Comenta cómo se resalta la angustia y el dolor de la existencia humana en los primeros versos.
b) Explica cómo se insiste en la desorientación de la persona y el sinsentido de la vida humana. Indica qué recurso se emplea para ello.
c) Señala los versos que contrastan lo bueno de la vida frente a la muerte, y explica qué recurso se usa para ello.
d) Explica el contenido sentimental del poema como expresión de la temática y de la estética intimista,, tan distinta de la del modernismo exotista.
En resumen:
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